21 feb 2015

Un adiós que no te quiero decir

Te pido que te quedes pero sobre todo que seas feliz si encuentras a alguien a quién querer. Sé que te dije adiós pero sé de sobra que ese ni de coña era mi adiós definitivo porque cada vez que te escribo es como volver a ti, como volver a saludarte y volver a quedarme un rato contigo. Y sé sin duda alguna que nunca en la vida podré decirte adiós del todo, sé que si alguien me habla de ti aun sin ser tú del quien hablan, me acordaré de ti, sé que habrá miles de cosas en este mundo que me recordarán que te conocí, que me enamoré como una estúpida, que te quise como nunca más voy a querer a nadie, que me quedé con las ganas de poder abrazarte y besarte, que me quedé con las ganas de saber lo que era tener a mi persona favorita entre mis brazos pero sobre todo nunca voy a saber lo que significa poder escuchar un te quiero tan sincero como el tuyo a apenas dos milímetros de mis labios, me quedé con las ganas de despedirme con un beso y tal vez con un 'hasta pronto', no me gusta decir adiós porque decirlo implica tener que olvidar y aún habiéndotelo dicho mil veces ni siquiera ha habido una de ellas en la que intento ni siquiera un poco olvidarte. No sé por donde se empieza a hacerlo pero sí sé como acaba, acaba siguiendo mi vida sin ti y aún no me siento preparada para ello. Siento que una parte de mi aún se empeña en esperarte porque cree que a la mínima me vas a echar tanto de menos que vas a volver a buscarme como otras veces hiciste. Miro a mi alrededor y no has vuelto, no escucho tu voz ni tampoco tu risa en ninguna parte y si la oigo es solo mi imaginación que sigue haciendo eco de tu risa desde la última vez que la oí y, joder, te juro que es la sonrisa más bonita que he escuchado en mi vida. Y cuando no la oigo siento que me hundo, que no paro de ir hacia bajo cuando me gustaría estar arriba, no paro de hundirme y seguir hundiéndome porque no te encuentro en ninguna parte y sé que aunque fuera a buscarte te daría igual de quién soy y lo que un día te hice sentir. Eras de las pocas personas que siempre estaba ahí, que me hacían feliz y a las que le dí el poder de escucharme reír porque eras de las pocas personas que se quedaban a oírme llorar. Te quedabas para calmar mis miedos, para decirme cuatro tonterías que me hacían reír, me decías que me querías y se me iban todos los males, ¿acaso no recuerdas nada de eso? ¿no recuerdas las veces que estábamos en el teléfono y éramos felices? ¿no recuerdas aquella vez que te dije que te quería después de un largo suspiro y dijiste sin duda alguna que ese era el te quiero más sincero que habías recibido en toda tu puta vida? ¿no lo recuerdas? ¿no recuerdas el miedo que tenía yo de perderte y decías que no tenía ni cabeza ni pies tenerlo? Sé que te irás y llegará el día en el que te tengga que decir adiós, te diré adiós por decir algo porque sé que desde el primer día en que te pierda nunca en la vida podré deshacerme de ti ni de tu recuerdo. Sé que no habá ni un solo día en el que no piense lo mucho que llego y llegaré a necesitarte. Es que, no sé, sigo aquí hecha una mierda porque no sé porque nada puede ir bien, porque contigo nada funciona por mucho que quiera, porque nada se arregla y cada vez va peor... Siento que el tiempo pasa menos yo, que tú ya no pasas por mi vida como la hacías antes pero que si alguien me pregunta que coño es lo que me pasa, siempre pensaré que me pasas tú. Que no hago más que mirarte, llorarte, pensarte, amarte; hago todo el arte que te pueda pasar por la cabeza menos olvidarte, parece que cuando se trata de ti eso no me va, así que no te creas ninguno de mis adiós porque cuando se trata de ti nunca me voy.